En verdad pasé por varias de esas situaciones, pero que la peor ocurrió en octubre de 1977.
Hacía unos pocos días había sufrido un infarto agudo del miocardio. Luego de pasar cinco días en terapia intensiva y una semana más en una habitación común, me dieron el alta y me fuí a casa.
Mi casa en ése entonces tenía menos de un año ya que la había terminado de construir unos meses antes.
Mi esposa trabajaba en un hospital y salía muy temprano, a las seis de la mañana.
Tenía en ese entonces dos niños de tres y siete años que dormían en la habitación contigua a la nuestra.
De pronto comienzo a escuchar el golpeteo de las puertas del placard (guardarropa) que se abrían y cerraban, y la cama que se movía. Medio dormido, y sin abrir los ojos protesté pensando que era mi esposa. No obtuve respuesta. Entonces me desperté y al mirar hacia el placard veo que estaba solo y todo se movía alrededor, incluyendo la lámpara que colgaba del cielorraso. ¡Un terremoto! Atiné a gritar a mi esposa que ya volvía por el pasillo que sacara a la mayor al patio, mientras que yo alzaba a mi hijo menor - olvidándome del infarto - y llevándolo en brazos corrimos hacia afuera. Recuerdo que me golpeaba los hombros y brazos por el fuerte movimiento contra las paredes del pasillo. Finalmente llegamos a la puerta que era corrediza, de aluminio y cristal y que a duras penas pude abrir.
Ya en el patio nos cayó encima una gran cantidad de agua.
Provenía del tanque de reserva que se balanceaba de un lado hacia el otro y despedía borbollones de agua a través de su tapa.
A los pocos segundos cesaron los temblores que en total no duraron más de tres minutos (que parecieron días) y posteriormente hubo sólo réplicas menores.
No sufrimos ningún daño personal. Nuestro hogar tuvo algunos daños menores como agrietamiento de las losas de hormigón armado que luego se tradujeron en filtraciones del agua de lluvia, y algunos vidrios y nada más.
En nuestra ciudad hubo algunas viviendas precarias que se derrumbaron y muchísimos muebles rotos especialmente en los edificios altos que llegaron a oscilar en su terraza hasta un metro a cada lado.
También hubo un par de fallecimientos por ataques al corazón, no por derrumbes, y las salas de los hospitales se llenaron de gente por el pánico que el sismo causó.
Este movimiento telúrico había acontecido en la ciudad de Caucete, Provincia de San Juan, Argentina, a unos 500 km. al noroeste de mi ciudad Río Cuarto, alcanzando 7,8 puntos en la escala de Ritcher.
Caucete quedá destruida y hubo muchísimas muertes.
Estas son experiencias que no pueden olvidarse.